Se trata de Ferran Basili Rocabertí- Boixadors, IX conde Peralada; conde de Savallà, marqués de Anglesola, vizconde de Rocabertí, de Quermançó y de Requesens, barón de Pau, de Vallmoll y de Bunyolí, de Navata, de Villademuls, de San Lorenzo de la Muga, de Llers, de Terrades, de Darnius, de Santa Leocadia de Esterri, y de las villas del Madexal y Castroverde.



Ferran de Rocabertí estará al servicio de Carlos III de España y en su nombre como agente secreto y diplomático por las cortes de la época.
Comprad voluntades, sobornad, contratad mercenarios, matad si es preciso. Seréis mis ojos y si es necesario, mis manos y mi venganza. Le dijo el rey


Pero además de sus «servicios» que le obligarán a recorrer las cortes europeas y asiáticas, el conde de Peralada tendrá otra gran devoción: las mujeres hermosas.















Entre fiestas, viajes, aventuras, servicios diplomáticos, encontrará a compañeras de indiscutible belleza interior y exterior.




Desde infantas reales hasta posaderas, Peralada visitará palacios, residencias, castillos, posadas, jardines y cocinas.




















